En la efervescencia de mi juventud quería devorarme el óleo, da risa. Frutas siendo mi primer cuadro imaginario abrió un lenguaje que me ayuda a interpretar lo que me rodea y no lo puedo poner en palabras, así que esta obra me integra la forma, color, composición y el contexto de lo exterior a una realidad que me costaba expresar en palabras, sin saber, el porqué. Emulando los impresionistas, surge también Florero, siete años luego, donde la libertad del trazo controlado divierte y baila la vista del espectador, sus colores primaverales resaltan con el fondo siendo otro estudio del color, forma, espacio y composición partiendo de la nada. Carrusel, ahora se integra el lenguaje surrealista en el cual la masa es sostenida por una rama mientras viajamos como quijotes en contra de la realidad de Pancho. Al llegar al Rincón del Corazón recordando la yola de mi amigo Geño, se abre la puerta del cubismo interno del espacio, sacando la escena al patio. Auto retrato, parte del desgarre interno, como la afección de la muela, la cual es la derecha y la pongo a la izquierda, dándome noción de cómo veo la realidad. Unas estampas de mi ambiente cercano que me hacen sentir afecto como, Ámbar, perrita cariñosa; estampas de mi ambiente que recrean la superficie pictórica con manifestaciones distorsionadas internas de mi Ser.
Sagrado Corazón, estampa que realice para mi abuela Aminta, Ser yugular en mi crecimiento y clave en mis valores. Lo rodea un cúmulo de inseguridades y agobios por falta de poder entrar en contacto con las cualidades de mi Ser y entrar en comunión.
Categories